Todo empezó cuando era chiquito/a. Las clases de Educación Física para mi eran un embole porque lo único que al profe se le ocurría era que juguemos al fútbol. Previo calentamiento corriendo por las líneas de la cancha.
Luego yo como perro que tumbó la olla, mirando por arriba de mis hombros, pegaba media vuelta y escapaba por el mutis a veces con no mucha suerte. Intentaron ponerme de arquero/a, pero como era muy distraído/a las pelotas entraban al arco interrumpiendo el momento en donde me decidía a limarme las uñas y ya era demasiado tarde. Para alegría de mis rivales y para desgracia de mi equipo que me gritaban cosas no muy agradables siempre que me hacían un gol. O unos cuántos goles. 29 conté aquella tarde frustrante.
Como jugador/a, no era mejor, ni con una brújula le encontraba el rumbo al campo de juego, a la pelota no la veía ni cuadrada y cuando la tenía cerca de mis patas la mandaba para el lado contrario. Entonces era obvio que el fútbol no era lo mío.
Solito/a insistí en que me manden al banquillo, o como juez de línea al menos. Como juez de línea tampoco fui muy bueno porque me aburría y nunca veía las faltas. Estaba más que seguro/a que el banquillo era mi sitio. Desde allí al menos podía observar los culitos de mis compañeritos y sus bultos sacudiéndose de lado a lado mientras corrían. Lindo, lindo! Entretenido!
Después ya me aburría también ver pelotudos corriendo atrás de un cuero seco en forma de pelota y directamente empecé a faltar a las clases y finalmente me quedé libre y me llevé la materia, pero esa ya es otra historia que no viene al caso contar.
Con el tiempo empezaba a extrañar a mis compañeritos y se me ocurrió salir de gira y recorrer todos “los potreros y campitos de fútbol” de mi pueblo! Y alguien inteligente se le ocurrió darme un rol que resultó entretenido, de aguatero/a. (...horas me pasaba correteando de punta a punta las canchas llevando agua para mis sedientos y transpirados muchachos).
Supongo que fue allí donde empecé a relacionarme con ellos de una manera diferente. Cual porrista alborotada corría sacudiendo el “coso” con agua empapándome toda y haciendo casi un “show de remera mojada” que exitaba a los muchachitos que a esa edad sus hormonas salían de sus cuerpos cual volcán en erupción.
Así fue que debuté sexualmente, debo admitirlo! Con un jugador de fútbol. El tenía apenas 12 añitos y yo 11. Mucho no les puedo contar de aquel beso, ni de aquella primera vez porque no tuvo tantos detalles como los que aprendí luego con el tiempo. Fue entonces mi primera experiencia como “BOTINERA”
Con el tiempo me alejé de los potreros y de las canchas para dedicarme a otras cosas y fue en aquel “cabaret” donde renacieron en mi aquellos gustos por los muchachos de piernas gruesas, colas paradas y botines en las patas.
Como todas las noches yo realizaba mi show, tres salidas en la noche, bien divertidas y muy interactivas frente a los caballeros que no solo iban a charlar y conocer bellas y jóvenes señoritas sino a divertirse con mis ocurrencias y con mi compañía alli cerquita de ellos.
Esa noche en un rincón de la planta baja, en la zona del escenario detecté un tímido y hermoso muchacho que tomaba gaseosa y observaba todo, sin involucrarse entre el alborotado público. Llamaba demasiado mi atención que no aplaudiera, que no se divirtiera con la misma intensidad que el resto.
Le hice unas cuántas pasaditas porque justo estaba al lado de la puerta del camarín y fue exactamente en la quinta pasada cuando me llamó y me dice:
- Hola Tía. Para mi no hay besitos con punchis?
- Hola cosita!...los querés con “punchi simple”, “doble” o “compuesto”??
- Que sea rico!
Pensé que podría arrepentirse de lo que me estaba provocando pero sin demasiada vuelta me acerqué y le dí el “más rico” que tenía en la boca en ese momento. Apoyé mis labios en sus labios y en menos de un segundo su lengua me hizo un tratamiento de conducto, una limpieza de exófago y un casi una transfusión de sangre!
Atrevido el chico tímido! Muy lindo, muy joven, muy limpito, pero muy atrevido! Fue suficiente como para que no me despegara de él al menos por esa noche.

Me contó que no era la primera vez que venia por alli. Que siempre lo hacía pero se quedaba en el segundo piso observándome. Pero que de a poco fue tomando coraje para bajar y estar más cerca del escenario. Una muy buena decisión si es que quería que yo me fijara en él, porque la verdad se me había pasado por alto allá arriba donde se escondía.Esa noche compartimos unas gaseosas.
Aun me gustaba más viendo como se cuidaba, nada de alcohol, nada de fumar, supongo que no se drogaba como otros pelotudos y parecía que su vida no eran tan agitada como yo imaginaba. Finalmente entre tantas cosas que hablamos me confesó que era jugador de fútbol. Por razones obvias no puedo nombrar el club y solo puedo decirles que no era un pibe de potreritos, éste era profesional y con una remera de peso sobre su cuerpo. No le creí hasta que no me pasó su mail y vi fotos de su trayectoria en el fútbol.

Siguió yendo todas las semanas, los jueves aparecía solo y se iba solo, los viernes llegaba con amigotes, pero siempre mantenía su perfil de tranquilo y poco fiestero pero no por eso simpático. Yo mientras tanto averiguaba con que putita de la sala frecuentaba y para mi sorpresa no tocaba a ninguna.
Y como todas las veces que iba siempre debía dedicarle una hora de atención a sus curiosas y entretenidas charlas. Al principio sus historias y anécdotas de fútbol me aburrían un poco, y también me aburría responderle y sacarle las dudas con respecto a lo que yo era y sobre
show y mi vida privada. Luego ya eramos amigos y todos los días chateabamos por Internet y las charlas se hacían cada día mas sugerentes y cochinas, un juego peligroso que podía terminar exactamente en lo que yo estaba esperando hace tiempo pero que dejaba que el río solito buscara su cauce.
Al principio sus prejuicios y sus reprimidos deseos y sentimientos estaban bastante confusos. Después empezaba a liberarse y se manifestaban en insinuantes y provocativos textos y más tarde en hechos concretos.
Llegaba al show y ya no se escondía en el rincón de siempre, ahora se ubicaba pegado al escenario, al lado de la escalera de mi salida. De esa manera y con un monitor cerca podía improvisar y gritar los piropos más dulces que yo jamás había escuchado hacia mi persona.
Luego me esperaba a la salida y me ofrecía llevarme a casa en su auto negro importado, pero por cuestiones de seguridad y de imagen para la casa, siempre me iba con la misma empresa de taxi hasta la puerta de mi casa. (Estrategias profesionales, vio?)
Aquella noche me di cuenta que me siguió. Y se detuvo frente a mi departamento para mandar un mensaje a mi celular.
- No me vas a invitar a pasar? Estoy afuera.
El caos reinaba en todos los rincones de mi covacha. Maquillajes, vestuario, pelucas! La cocina mejor ni les cuento!...
- Imposible bombón, ya me acabo de quitar todo mi maquillaje y soy hombrecito.
El encanto se me ha ido cual cenicienta a las 12 de la noche. (Pensando que lo espantaría el hecho de conocerme tal cuál soy)
- Es lo de menos, eso es justamente lo que quiero conocer.
- Oh, my good! (Estoy en problemas!)
Finalmente hice de tripas corazón y decidí mostrarle el mundo real y que fuera lo que Dios quisiera. Al fin y al cabo eramos amigos y no creía que le pasaría por mi lo que le sucedia con La Tía.
Escondí todo lo que más pude dentro de los placares y debajo de los muebles, y cerré puertas de las zonas más caóticas de mi departamento y lo hice pasar. Allí estaba él, observándome sorprendido de pies a cabezas y con una sonrisa pícara me saluda con un apretón de manos muy varonil mezclado con un beso de esos que le daba a La Tía en el cabaret.
Compartimos un rico capuchino bien dulce y en una noche aprendí más de fútbol que en todos aquellos años de primaria y secundaria en los potreros de mi pueblo, eso sí, de la mano de un profesional que supo ingeniárselas para conquistarme antes de irse a Europa. (Juro por las bombachas de mi abuela que no fue “Messi” si eso pensaban…je je)

Y no lo vi más desde aquella noche. Fue una suerte haberlo hecho pasar pero una gran y triste sorpresa saber que pasaba solo para despedirse. Las charlas de chat ya no fueron tan frecuentes, tal vez encontró algún otro espécimen como yo allá en el viejo continente.
Tembló Victoria Beckham!!!

Estuve muy cerca de ser la Mariana Nannis de los transformistas!
y con todos los videos que tengo en mi poder
pude haber superado a Wanda Nara nuestra botinera por excelencia y orgullo nacional.

En fín, casi fuí “botinera”

!!!Ahora solo me queda sentarme a ver todos los partidos del mundial en Sudáfrica porque tal véz entre tanto negrito por ahí las cámaras enfocan a “mi gringo” futbolista que me rompió el corazón y no recuerdo qué otra cosa, porque esto de tener sexo tan seguido te hace perder la memoria!
Vamos, vaaaaaaaamos, Argentiiiiiiiiiiinaaaaaaaaa, vamos vaaaaaaaaamos, a ganaaaaaaaaaaar!
Autor: MARTIN A. BELLIER
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